Carlos Ramos Quintero nos invita a compartir el acto de lo
cotidiano, desde la profundidad, la sombra y la nostalgia en
medio de la nada (porque lo precisa TODO, para abordar hasta lo más mínimo).
Textos breves, que nos recuerdan las sentencias antiguas de la poesía clásica latina, el haikú japonés y en ocasiones,
las frases del cubano contemporáneo de la calle, del bar, de la esquina. Entre
la espuma del mar y el fuego del sol, que nos devela el rostro -quizás a
nuestro pesar...
Junto a rezos yorubas, al Cristo mestizo de la Habana
Vieja, se levanta su poesía de mirada profunda.
“Ceniza fresca” donde todo se inflama y arde, para reinventar la magia de la vida.
Corazones
dormidos
La vida en círculos crecientes
Un buque roto a estribor
Una tierra que espera
A donde irán algunos corazones dormidos
Un rumor
Un grito
Un golpe de nostalgia
Extraña corona entre espinas
Y descalzos
Comenzando siempre
Vestidos de alma
Destilando fe.
Hay penas
Hay penas
Que deben ser enterradas de pie
Sin paz ni salvación
Perseguidas como a un poeta
Hasta el susurro de los vientos
Y su sombra.
Lejos
A mi madre
Afuera
Lejos de los brazos de mi madre
Todo es abandono
Donde nada cabe.
“Ceniza fresca”, de Carlos Ramos Quintero, son de esos breves libros de poesía, que te llegan al alma y te dejan con la reverberación interior de seguir leyendo... Alexis Rosendo Fernández.
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