lunes, 28 de enero de 2019

Yugo y estrella, una lectura a 166 años del nacimiento del apóstol

(Alexis Rosendo Fdez.)


Querido José Julián, amigo y maestro: A más de cien años de tu partida “la historia se repite...”  En mi infancia cuando sacábamos malas notas en los exámenes, mi maestra de letras repetía esa frase: “la historia se repite...” Así es, lamento decirte que en nuestra patria, no se ha avanzado tanto como tú y ese puñado de cubanos valiente hubieran querido...

  Hemos seguido por caminos diferentes a los de la Libertad, nos hemos engolfado en ideas hermosas –solo en apariencia, creo que el mundo que acepta las ideas de “igualdad” bajo la férula de cualquier monarca, le pasa como al buey, que describes en tu poema; manso y sumiso, debe aceptar –individualmente o en masa, el día menos pensado, ir directo al matadero de su amo...

  Así hoy es ofrecido nuestro pueblo desperdigado por todo el mundo. Qué pena, qué vergüenza... Sabiendo –en lo muy íntimo, que nada pasará, hasta el buen día en que muchos de nosotros definitivamente, nos ciñamos la estrella que ilumina y mata.




José Martí (La Habana, 1853 - Dos Ríos, Cuba, 1895) 
Político y escritor cubano, destacado precursor 
del Modernismo literario hispanoamericano y uno 
de los principales líderes de la independencia de su país.







Yugo y estrella

Cuando nací, sin sol, mi madre dijo: 
Flor de mi seno, Homagno generoso 
De mí y del mundo copia suma, 
Pez que en ave y corcel y hombre se torna, 
Mira estas dos, que con dolor te brindo, 
Insignias de la vida: ve y escoge. 
Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza: 
Hace de manso buey, y como presta 
Servicio a los señores, duerme en paja 
Caliente, y tiene rica y ancha avena. 
Ésta, oh misterio que de mí naciste 
Cual la cumbre nació de la montaña 
Ésta, que alumbra y mata, es una estrella: 
Como que riega luz, los pecadores 
Huyen de quien la lleva, y en la vida, 
Cual un monstruo de crímenes cargado, 
Todo el que lleva luz se queda solo. 
Pero el hombre que al buey sin pena imita, 
Buey vuelve a ser, y en apagado bruto 
La escala universal de nuevo empieza. 
El que la estrella sin temor se ciñe, 
¡Como que crea, crece! 
Cuando al mundo 
De su copa el licor vació ya el vivo: 
Cuando, para manjar de la sangrienta 
Fiesta humana, sacó contento y grave 
Su propio corazón: cuando a los vientos 
De Norte y Sur vertió su voz sagrada, 
La estrella como un manto, en luz lo envuelve, 
Se enciende, como a fiesta, el aire claro, 
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo, 
¡Se oye que un paso más sube en la sombra! 

Dame el yugo, oh mi madre, de manera 
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente 
Mejor la estrella que ilumina y mata.




sábado, 26 de enero de 2019

La vida de un poema. Alexis Rosendo

La vida de un poema

(Por Alexis Rosendo Fdez.)


  Este es un poema un poco extenso, pero muy querido por mí. Hace unos días atrás comentaba sobre la “novela” de un querido amigo –yo no escrito ninguna obra tan extensa, mis relatos más extensos no pasan de las 6 o 7 cuartillas. Pero como escritor, me entretiene sobremanera “batallar” con poemas extensos. Esos, que como este comienzan a complicarse y llevan mas y mas revisiones y hasta varios años en una especie de juego entre entrar y salir de la gaveta.

  Se produce un reto. Claro, uno escribe otras cosas en ese lapso, sino seria una completa locura. Pero siempre reaparece, como devolviéndote esa inquietud y zozobra de todo escritor. Así, puede pasar mucho tiempo, años inclusive. Y hasta podemos acostumbrarnos a coexistir.
Al principio como con un niño mal-criado, luego, como un joven díscolo que va ganándote terreno, cuando no encausas su salvaje locura, escribiendo sobre su pecho –si es preciso, el verso necesario.

 Así pueden llegar a crecer. Hasta que los dos, ya adultos, sabemos que, un solo verso, una sola palabra (o su ausencia) podría afectarnos para siempre... Entonces te hace titubear y te preguntas escondido en un rincón:

¿Será posible que en todo este tiempo, no haya podido doblegarlo?

E intuyes que puedes estar al borde de un duelo a muerte: “o el, o yo”. De un lado, el poeta, calculador, serenamente intoxicado, pero jamás confiado. Y en la otra esquina, el poema ya robusto, con vida propia, efervescente, saltando y respirando con toda intensidad.

Si logras vencerlo, ganarás un amigo, un compañero de viaje para toda tu vida; pero si eres derrotado y tienes que recurrir a estrujar y desechar la cuartilla, creo, que vivirás para siempre con el cargo de conciencia de haber traicionado a alguien que un día puso toda su confianza en ti...






                                                                                                                                                                                              
El reloj de madera



El humo y el disipador del humo.
La lluvia y la hojarasca.
La penumbra y la oquedad del verano.
El tiempo de sembrar y el tiempo
de recoger lo sembrado.
El verbo y el vacío,
la palabra articulada y el cumplido silencio,
la gracia y el dolor infinito…

El converso que sostiene la batalla,
la batalla entre el humo y el disipador del humo.
Junto al amado y el depositario
del más profundo desprecio:

El que crea y el que destruye,
la fuerza y la impotencia.


(El miedo y la voluntad ante el temor:
La eterna cuerda por donde transita el hombre).

El canto de la mañana presa,
dentro del estúpido  glamour en que reposa la noche.
La noche de los silencios,
donde se destruye y se crea,
entre la gracia y el dolor infinito…

La oscuridad que se cierne
y  la breve luz, que intermitente lucha
por probar la tibia pureza...

La luz  y  la sombra:
La eterna cuerda con que tropieza el hombre.
La certeza y el monstruo de la duda;
el escenario donde convulsiona la mente de toda criatura.

Porque andamos abrumados por el ritmo de respirar,
el vicio de expresar, de palpar,
de leer, de a ciegas conocer.
Porque pensamos que sólo así
podemos exorcizar la ausencia de la luz;
lo que contiene y lo contenido.

Pero una segunda vista nos muestra:

La imposibilidad del ojo, la inclemencia del tacto,
los tormentos del oído y el infinito infierno
de la lengua,
y  aún el cisne moribundo ante la poderosa  profundidad del sexo.
Entre el eterno ir y venir del menguado aliento.
La imposibilidad de comunicar!
Ante la culta luz que entre tremores resurge,
el ojo que se abre y dentro del dolor se apaga,                          
como surco de  polvo silente...

Aquí  pone  el CARTEL:

This door leads us to the origin of all things…

….Oh! 
Nos conduce
a la fragilidad del ala? 
Al cauce?
A la conjunción de la trompeta y  las aguas ocultas?
A la risa del payaso?
Al lomo de los astros?
A la honda distendida?
A la piedra en mitad de la frente?
Al humo y al disipador del humo?
A la giba dorsal de la usura?
Al monje delectoso?  
Al ojo de un caballo que habla…?

Porque con el pasar del tiempo todos nos convertimos, 
                                                               según convenga
en amigos o enemigos…

TODOS atrapados en la misma sopa,
amalgamados en el mismo tiempo falaz:

La luna y el queso.
El gato y el ratón.
El perro y el oso.
Los cuervos y el águila calva.
El  humo y  el disipador del humo,
junto a la paloma ya ciega
derramando  polvo de FANTASÍA
cada año desde el palo de Pascua.

La campana, la Pascua, el ahorcado, la lítica canción:

London Bridge is falling down 
        Falling down, falling down 
                 London Bridge is falling down 
                                                My fair Lady

La ceniza en la frente, el hombre del hacha,
la sopa de coliflor y el besito de “buenas noches”.

(Sweet dreams, Dorothy…)






miércoles, 23 de enero de 2019

Ernesto Olivera, entre el vacío y la realidad en todas partes




Desde que conocí a Ernesto en el 2006, llevaba consigo sus “papeles sagrados”. Toda una serie de apuntes y capítulos posibles de su –entonces proyecto de novela. La cual vio la luz en diciembre 2015, en Miami, Florida.

(Poeta, escritor y promotor de la cultura. La Habana, Cuba 1962)

El recorrido de Navigio es extenso. Dentro de la categoría de “novela experimental” “Donde crece el vacío” de Ernesto Olivera puede ser una novela “entretenida”, pero no agradable en el sentido rosa. Nos deja siempre con ese desazón en el cuerpo, pero en gran medida nos limpia el alma. El personaje es uno de tantos cubanos de los años 70’, en plena época y apogeo del experimento marxista-tropical, donde estuvieron presentes la terrible guerra de Angola, donde en todo momento en la novela la tragedia está en el aire:

 No sé como decirlo, pero no volvió a moverse. (...) No pude abandonarlo, estuve largas horas en la trinchera, las más largas de mi vida. Muchas veces sobrevivir no quiere decir que tengas razón para seguir vivo”.

El personaje va y viene, como llevado por el impulso metafísico de la mine, la memoria de la sangre, del pasado, de sus ancestros perdidos... Como en la historia de Changó disfrazado de mujer para evadir a sus enemigos, hace entrada en España. En un capítulo que es un magnifico soliloquio, dentro de una extensa precipitación de miedos, esperanzas y terrores que lo acompañan siempre... Como enunciando –dentro de la problemática de una nación (Cuba) castrada de su pasado: el “eterno retorno” ¿Hacia dónde? Hacia la nada, lo que directamente nos puede conducir hacia el sí mismo, ese “yo” certero y vivencial en medio de un presente que no se detiene y siempre marcha, por lo que la nostalgia siempre hace presa de todo, lo cual produce el desgarro inevitable del personaje...

“¿De qué sirve el libre albedrío si todo es intrascendente? El quinqué se había apagado, quedando el container como un punto invisible en el barrio del Vedado, y Clarita no volvió a escuchar tales historias. Cada ser humano es un país extraño y al cabo del tiempo nadie precisa las fronteras que entre el sueño y la mentira acechan.”

En esta última cuerda, y con maestría sobre el manejo de los tiempos, se describen a través de los capítulos sucesos tan diversos como “la toma de la Habana, por los ingleses” hasta el famoso “baile del perchero”; una colección de canciones y boleros entrañablemente criollos, en el caldo de un night-club, escenas crueles de la guerra, un elogio imprescindible a su propia familia (en especial el capítulo dedicado a su madre) y personajes de la cultura como Lezama Lima...
Poesía en prosa, o prosa poética. Filosofía o psicología conductual... Leer “Donde crece el vacío” es toda una aventura, nos da en la cara, ante el destierro, y ante el drama del desarraigo cultural...

¿Qué coño hacemos en factorías en Hialeah o bailando salsa en Suecia? Eso da pena penumbras piensa. Lejos de la Reystonia  regia. Si no fuera por esta lejanía en los ojos. Si no fuera por estar locos, muertos, presos, levitando por Paris, La Habana, Madrid, DF o New York. Si no fuera por la amargura de no entendernos y los ánimos como un palo. Nadie con más empuje. Y no estaría escrita esta novela”

Inevitablemente hay humor, denuncia social, y la fina ironía de sus descarnados personajes. Especialmente para los de nuestra generación, pero también creo que servirá como un gran testimonio, para las generaciones futuras. Le llevó al autor, más de diez años de estudio e investigación sobre diferentes escenarios como Italia, España, México y África y las distintas barriadas habaneras...en los que se levanta todo su relato; reflejo directo de esa realidad, que hace de si presa, juguete o un punto de destino marcado:

“La única certeza es intentarlo. Eso mismo que estas pensando. El resto de las conjeturas es tan vano como los sucedáneos. Lo demás es lo de menos.”

Y precisamente así termina su novela...



"Vecinos con beneficios" por Anna Sotelo

Soy de los que creo en la poesía más allá del verso o la prosa. He leído más de una vez, este delicioso relato de la escritora cubana contem...