sábado, 30 de noviembre de 2019

LA INVENCIÓN DE LAS COSAS. O dos poemas de Juan Carlos Recio...



Juan Carlos Recio Martínez (Camajuaní, Villa Clara. Cuba, 1968) Ha publicado el poemario El buscaluz colgado” -Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara en 1990. En 1991 obtuvo la Primera Mención del Concurso Julián del Casal de la UNEAC, con su libro Hay un hombre en la cruz”. Además ha publicado “Sentado en el aire” (poesía) por la Editorial Capiro, entre otros.

Desde el año 2000 reside en la ciudad de Nueva York de donde escribe en su blog : “Sentado en el aire” (ahora también Canal de YouTube) desde el cual promueve la literatura cubana.






LA INVENCIÓN DE LAS COSAS


(Para José Hugo Fernández
que me ha pedido que guarde los escritos
                                                                                              de Facebook y recopile).

Hubo un tiempo 
donde no creía nada
era la asfixia de la celda
no me atrevía a pensar
solo quería ser libre.
Ni siquiera guardaba
las palabras
que otros suponían
importantes.
Ya todo es distinto
resultó que conocí
la nieve más allá
de aquella
caja de fósforos
donde Tom Sayer
retuvo prisionera
una garrapata
para Becky Tacher
al menos eso me gusta
cambiar las historias
como si fuera el mejor amigo
con los pies para arriba
desde un barril
donde vea la inmensidad
de lo que imagino
y nunca la miseria.
Y como no pude
nadie pudo cambiar
la de su país
me fui lejos a construir
un patio que sirviera
más que un sentido
de patria
que fuera la necesidad
de imaginar lo que otros
esperaban
también para ellos.
He aquí
que como ustedes soy
el patio
de unas escaleras
donde el cielo
de las estrellas
que tiritan
hacen en la libertad
de una literatura
que tampoco existe
y que podemos guarecer
a nuestro antojo.
Todo el amor
que me tienen
no se deberá
a lo que escriba
es únicamente
lo que estoy dispuesto
a construir para Uds.
incluso para quienes
no me conocen.
Una vez creo dije
que todas las historias
que de mi cuentan
son inventadas
y todas en su irreverencia
me pertenecen.
Ahora les digo
todas las plantas
que siembre
todos los surcos
que abra
y todas las raíces
que florezcan
nunca serán más mías
si no son de ustedes
es
como ese molino
que nos dijeron
por falsa lección
no existía
sino en el delirio
y aunque nadie lo diga
cada uno de nosotros sabe
que esos molinos
los hemos visto
que cada paso
que se da
es por ir hacia ellos
como el aspa movida
por un viento invisible
por el miedo
a no encontrar nada
que de pronto
esté el vacío
de nuestra nada
y uno aparezca
en esa escena cotidiana
como un idiota
o un viudo
que de pronto
ve como entierran
su propio cuerpo.





CUANDO TE ESCONDAS



Estoy aquí
en la hoja seca
que será triturada
como en el círculo
de tiza que se borra
después del juego
donde hubo vida
hay otra
solo que esta recrea
la crudeza de lo que
en realidad somos
eso sucede
con el payaso
luego que se despinta
con el acróbata
cuando baja
de las alturas
también con el tiempo
cuando el cine
dejó el blanco y negro
como si pudieras
dejar de estar desnudo
cuando te escondas
tras los colores
de una vida que siempre
será inventada.
Heme aquí en frío
hoja seca que estuve
en lo más alto
todos los que me pisan
acaso no saben
que ellos también
estarán desnudos
igual a cuando nacieron
es el único regreso
que es el mismo
y nadie dirá
de esas alturas
por las que un día
todos se fueron
pensando que
ya era el cielo
todos sin excepción
se olvidan del polvo
de la tierra baldía
que al final
sin queja
nos recoge.













sábado, 9 de noviembre de 2019

Roberto Bolaño, poesía.


Roberto Bolaños (Santiago de Chile, 1953 – Barcelona 2003). Poeta y escritor chileno. Su novela  Los detectives salvajes, le valió el Premio Herralde en 1998 y el Premio Rómulo Gallegos en 1999. Por su vida menesterosa y constante entrega a la labor literaria, luego de su muerte se ha convertido en un referente de la literatura contemporánea, comparado a Borges y Cortázar. Su obra ha sido traducida al inglés, alemán, neerlandés e italiano entre otros...





Lisa


Cuando Lisa me dijo que había hecho el amor
con otro, en la vacía cabina telefónica de aquel
almacén de la Tepeyac, creí que el mundo
se acababa para mí. Un tipo alto y flaco y
con el pelo largo y una verga larga que no esperó
más de una cita para penetrarla hasta el fondo.
No es algo serio, dijo ella, pero es
la mejor manera de sacarte de mi vida.
Parménides García Saldaña tenía el pelo largo y hubiera
podido ser el amante de Lisa, pero algunos
años después supe que había muerto en una clínica psiquiátrica,
o que se había suicidado. Lisa ya no quería
acostarse más con perdedores. A veces sueño
con ella y la veo feliz y fría en un México
diseñado por Lovecraft. Escuchamos música
(Canned Heat, uno de los grupos preferidos
de Parménides García Saldaña) y luego hicimos
el amor tres veces. La primera se vino dentro de mí,
la segunda se vino en mi boca y la tercera, apenas un hilo
de agua, un corto hilo de pescar, entre mis pechos. Y todo
en dos horas, dijo Lisa. Las dos peores horas de mi vida,
dije desde el otro lado del teléfono.

 

 

Te regalaré un abismo (dijo ella)


Te regalaré un abismo (dijo ella)
pero de tan sutil manera que solo lo percibirás
cuando hayan pasado muchos años
y estés lejos de México y de mí.
Cuando más lo necesites lo descubrirás
y ese no será
el final feliz
pero si un instante de vacío y de felicidad
y tal vez entonces te acuerdes de mí
aunque no mucho.


Los perros románticos

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.


Lluvia


Llueve y tú dices es como si las nubes
lloraran. Luego te cubres la boca y apresuras
el paso. ¿Como si esas nubes escuálidas lloraran?
Imposible. Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,
esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?
La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos
en el Misterio, su hermanastro. Así esta tarde
que consideras similar a una tarde del fin del mundo
más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo
una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida
en la memoria: el espejo de la Naturaleza. O bien
la olvidarás. Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos
que resuenan en el camino del acantilado importan;
Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya
en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo
del Paseo Marítimo.
Pero no puedes perderte.

Godzilla en México


Atiende esto, hijo mío: las bombas caían
sobre la Ciudad de México
pero nadie se daba cuenta.
El aire llevó el veneno a través
de las calles y las ventanas abiertas.
Tú acababas de comer y veías en la tele
los dibujos animados.
Yo leía en la habitación de al lado
cuando supe que íbamos a morir.
Pese al mareo y las náuseas me arrastré
hasta el comedor y te encontré en el suelo.
Nos abrazamos. Me preguntaste qué pasaba
y yo no dije que estábamos en el programa de la muerte
sino que íbamos a iniciar un viaje,
uno más, juntos, y que no tuvieras miedo.
Al marcharse, la muerte ni siquiera
nos cerró los ojos.
¿Qué somos?, me preguntaste una semana o un año después,
¿hormigas, abejas, cifras equivocadas
en la gran sopa podrida del azar?
Somos seres humanos, hijo mío, casi pájaros,
héroes públicos y secretos.


La griega


Vimos a una mujer morena construir el acantilado.
No más de un segundo, como alanceada por el sol. Como
Los párpados heridos del dios, el niño premeditado
De nuestra playa infinita. La griega, la griega,
Repetían las putas del Mediterráneo, la brisa
Magistral: la que se autodirige, como una falange
De estatuas de mármol, veteadas de sangre y voluntad,
Como un plan diabólico y risueño sostenido por el cielo
Y por tus ojos. Renegada de las ciudades y de la República,
Cuando crea que todo está perdido a tus ojos me fiaré.
Cuando la derrota compasiva nos convenza de lo inútil
Que es seguir luchando, a tus ojos me fiaré.



Los detectives perdidos


Los detectives perdidos en la ciudad oscura.
Oí sus gemidos.
Oí sus pasos en el Teatro de la Juventud.
Una voz que avanza como una flecha.
Sombra de cafés y parques
Frecuentados en la adolescencia.
Los detectives que observan
Sus manos abiertas,
El destino manchado con la propia sangre.
Y tú no puedes ni siquiera recordar
En dónde estuvo la herida,
Los rostros que una vez amaste,
La mujer que te salvó la vida.





jueves, 7 de noviembre de 2019

Maki Starfield, poesía.



Maki Starfield, (Japón, 1972) Poetisa y artista contemporánea. Ganó el 12 Concurso Anual Mainichi Haiku. Miembro de la Asociación de Poetas Universales de Japón. Su poesía ha sido publicada en revistas literarias de Italia, China, Rumania e India. Traducida a más de diez idiomas.

 

 

 

 

Vestido

 

 

Disfruta cada encuentro
porque puede que no vuelva a suceder.
llevo puesto un vestido de palabras
—un vestido rojo en mi muerte.

 

 

Fortuna lunar



1
Un montón de ortigas
Floreció encima del cemento—
¡Verde glorioso!

2

Mi amor está lejos,
Pero esta noche
Miramos la luna juntos.

3

Desnudos en un sueño,
Nos abrazamos con fuerza,
Me quedo sin aliento.

4

¡La magia de un beso!
Ahora tú
Conviértete en la llama de mi deseo.

5

Durmiendo juntos,
Dos locos enamorados;
La luna nos aprueba.

6

Floreces
En mi jardín—
Una rosa prodigiosa.

7

Tu saliva
Grabada en mi boca —
¡Sabor eterno!

8

Ecos de un sueño…
El lago me acompaña:
Palabras de agua.

9

¡Un poeta!
Su corazón está colmado
con maravillas.

10

Palabras aladas…
Los árboles de melocotón están floreciendo
en mi ciudad natal.

11

Tres pétalos para ti.
¿Por qué está Fortuna
en el centro?

12

El sueño del poeta
Está a la deriva.
Pero el sueño es verdad.

13

En un jardín
Te veo en plena floración,
Listo y despeinado.

14

No me hago ilusiones, ¿verdad?
Pero sin ilusiones
¡Estás jugando!




Jardín de septiembre


Una cosa simple
Conquistada despacio,
Haré un jardín en mi cuerpo.
Allí florecerá tu rosa.
Estoy en cada pétalo
La radiación de tu rosa también está dentro de mí.


Unidad

Ni en el corazón, ni en la razón, ni en el egoísmo,
pero dónde yo estoy, tú también estás conmigo.
Vivo contigo en esta felicidad.
Ni en el cielo, ni en la tierra, ni en una piedra que rueda cuesta abajo,
pero dónde yo estoy, tú también estás conmigo.
Vivo contigo en esta felicidad.
Ni la vida, ni en la muerte, ni el Estado, ni en los padres,
pero dónde estoy yo, tú también estás conmigo.
Vivo contigo en esta felicidad.



Traducción: Mariela Cordero.




"Vecinos con beneficios" por Anna Sotelo

Soy de los que creo en la poesía más allá del verso o la prosa. He leído más de una vez, este delicioso relato de la escritora cubana contem...