Desde que conocí a
Ernesto en el 2006, llevaba consigo sus “papeles sagrados”. Toda una serie de
apuntes y capítulos posibles de su –entonces proyecto de novela. La cual vio la
luz en diciembre 2015, en Miami, Florida.
(Poeta, escritor y promotor de la cultura. La Habana, Cuba 1962)
El recorrido de Navigio es extenso. Dentro de la
categoría de “novela experimental” “Donde
crece el vacío” de Ernesto Olivera puede ser una novela “entretenida”,
pero no agradable en el sentido rosa. Nos deja siempre con ese desazón en el
cuerpo, pero en gran medida nos limpia el alma. El personaje es uno de tantos
cubanos de los años 70’, en plena época y apogeo del experimento
marxista-tropical, donde estuvieron presentes la terrible guerra de Angola,
donde en todo momento en la novela la tragedia está en el aire:
“No sé como decirlo, pero no volvió a moverse. (...) No
pude abandonarlo, estuve largas horas en la trinchera, las más largas de mi
vida. Muchas veces sobrevivir no quiere decir que tengas razón para seguir
vivo”.
El personaje va y
viene, como llevado por el impulso metafísico de la mine, la memoria de la sangre, del pasado, de sus ancestros
perdidos... Como en la historia de Changó
disfrazado de mujer para evadir a sus enemigos, hace entrada en España. En
un capítulo que es un magnifico soliloquio, dentro de una extensa
precipitación de miedos, esperanzas y terrores que lo acompañan siempre... Como
enunciando –dentro de la problemática de una nación (Cuba) castrada de su
pasado: el “eterno retorno” ¿Hacia dónde? Hacia la nada, lo que directamente
nos puede conducir hacia el sí mismo,
ese “yo” certero y vivencial en medio de un presente que no se detiene y siempre
marcha, por lo que la nostalgia siempre hace presa de todo, lo cual produce el
desgarro inevitable del personaje...
“¿De qué
sirve el libre albedrío si todo es intrascendente? El quinqué se había apagado,
quedando el container como un
punto invisible en el barrio del Vedado, y Clarita no volvió a escuchar tales
historias. Cada ser humano es un país extraño y al cabo del tiempo nadie
precisa las fronteras que entre el sueño y
la mentira acechan.”
En esta última cuerda, y con maestría sobre el manejo de los
tiempos, se describen a través de los capítulos sucesos tan diversos como “la
toma de la Habana, por los ingleses” hasta el famoso “baile del perchero”; una
colección de canciones y boleros entrañablemente criollos, en el caldo de un
night-club, escenas crueles de la guerra, un elogio imprescindible a su propia
familia (en especial el capítulo dedicado a su madre) y personajes de la
cultura como Lezama Lima...
Poesía en prosa, o
prosa poética. Filosofía o psicología conductual... Leer “Donde crece el vacío”
es toda una aventura, nos da en
la cara, ante el destierro, y ante el drama del desarraigo cultural...
“¿Qué coño
hacemos en factorías en Hialeah o bailando salsa en Suecia? Eso da pena
penumbras piensa. Lejos de la Reystonia regia.
Si no fuera por esta lejanía en los ojos. Si no fuera por estar locos, muertos,
presos, levitando por Paris, La Habana, Madrid, DF o New York. Si no fuera por
la amargura de no entendernos y los ánimos como un palo. Nadie con más empuje.
Y no estaría escrita esta novela”
Inevitablemente hay
humor, denuncia social, y la fina ironía de sus descarnados personajes. Especialmente
para los de nuestra generación, pero también creo que servirá como un gran
testimonio, para las generaciones futuras. Le llevó al autor, más de diez años
de estudio e investigación sobre diferentes escenarios como Italia, España,
México y África y las distintas barriadas habaneras...en los que se levanta
todo su relato; reflejo directo de esa realidad, que hace de si presa, juguete
o un punto de destino marcado:
“La única
certeza es intentarlo. Eso mismo que estas pensando. El resto de las conjeturas
es tan vano como los sucedáneos. Lo demás es lo de menos.”
Y precisamente así
termina su novela...
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