jueves, 7 de marzo de 2019

"Los sangrados logros" por Ernesto Olivera Castro.




Los sangrados logros

Para Carlos Ramos


No sangres viejo animal, la neurosis nos persigue, esa que impide morder los pezones 
mojados de la memoria. No sangres por nada, entierra la ternura, y disimula la soberbia 
con que te lavas la cara. Por la que sobrevives. No sangres por nadie. Ni por dádivas 
dionisiacas, róbatelas. Te arrebatarán lo que te dejes arrebatar. Te matarán lo que te 
dejes matar. No es sutil encogerse de hombros y romper la espada.

No derrames una lágrima de sal, mística rabia es llorar por dentro. Anda viejo animal, 
pégame, siente alivio de culpar a los demás, puedo tragarme tu mierda, la de los otros 
y florecer después de muerto.  No pares de bufar viejo animal.  La historia no me 
absolverá ni a nadie, la otra historia nos condena.

Aléjate de los ególatras que andan sueltos, como moscas dentro de mi esófago, insisto, 
el sosiego entra y sale por el útero. En fila india caemos. Miénteme viejo animal. 
Escóndete suburbio adentro, latido de los dioses borrachos. Alfil entre reyes mariconeando 
detrás de las damas de hierro. Tenías que ser tú. Envejeciendo en el gerundio. Enfermo 
entre papeles y despidos. No dejes estos desvaríos. Nos vamos de prisa, sin escribir un 
verso mas, sin recoger la camisa tirada en la silla.

Anda viejísimo bajo las sombras. No soy de metáforas domingueras para atrapar a los 
pobres de corazón. ¡Ah! Piadosa mía, soy encallao, loco de remate, de lunas mordidas 
por los bordes. Y no me importa que el viento arrase con mis versos si yo me quedo 
aquí contigo. Animal abandonado ¿Que no sabías? Más que una coartada es quedarse 
hablando solo, y escupir adentro por no escupir pa’ arriba. ¿Has  pateado ese amor 
castizo sin saber que también lucha para sobrevivir? El sentido está en el por qué 
perdonas o no perdonas, en los retazos de familia después de la guerra, y en la inmortal 
epifanía. El sueño muere cuando abres los ojos.

Un escalón más y otra vez Shakespeare, meando mis versos estrujados. Déjame solito 
viejo animal, finge dejarme, como esa fuga de miel que no se levanta de la cama, 
mientras escribo este electroshock erecto por gusto, hominización perdida.

Ando sin camisa comiéndome las uñas, al carajo esos trofeos goteando, y la mirada más 
allá de los acantilados, que ya no podemos alcanzar.




[Ernesto Olivera Castro. La Habana, Cuba 1962. Poeta, escritor y promotor de la cultura. Tiene publicado mas de media docena de libros de poesía; "Bah", "Islas de memoria" "Largo aliento" etc...y  la novela "Donde crece el vacío".]

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