Rodrigo de la Luz. Poeta, pintor y escritor cubano (Villa Clara, Cuba. 1969)
Libros: “Mio mundo”, “Poesia Viva”, “Mujer de invierno” (Poesía, Editorial
Ultramar) Ha realizado diferentes exposiciones de esculturas y pintura en
varias galerías de Miami. Estudio en el Teatro Nacional de Cuba, bajo la dirección
del talentoso dramaturgo, Ignacio Gutiérrez.
Miami, actualidad y poesía: Rodrigo de la Luz
En qué momento extraviamos el rumbo? Parece, más que decir, adolecer el poeta…Es
una suerte contar con su amistad. Un poeta no es siempre “cosa fácil” de
encontrar... El entramado de la existencia es el mismo. El mismo “ángel de la
jiribilla”, constantemente nos traiciona. Sonríe, se compadece y nos besa la
frente dejándonos con nuestros propios retos, en nuestras “noches más obscuras
del alma”... como debe ser. Rodrigo ha sido el primero que salió a las calles
de Miami a vender sus libros en las esquinas... El que presta atención a los
perros callejeros, invita a desayunar a un “homeless”
mientras comparte sus migajas con las palomas y fotografía a los caracoles de
la playa.
Su poesía no pretende engañarnos con preciosismos
intelectuales, escarba mucho más adentro, mira, oye y percibe con los ojos del
corazón ensimismado. Lo intercepté en un mercado hace poco, para
entregarle un ejemplar de mí propio libro... Aún cuando conversábamos de literatura, de
encuentros literarios y de poesía, sentí que estaba concentrado en el atún, la
calidad del vino y el queso. Con toda la carga fresca y natural del joven, del
niño, del poeta.
Porque él –de alguna forma intuitiva, sabe que nada
vuelve.
Nada vuelve
A José Simón, mi padre
Nada vuelve.
Los que se van y
regresan son otros.
Borradas por el
tiempo las caricias
nos convierten en
áridos terrenos
donde germinan
nuevas emociones
Nada vuelve.
Con gran pujanza y
laboriosidad
nos esmeramos en
un recuerdo evaporado
en algo que se
fuga,
que no fue como
pensamos que había sido.
Nada vuelve.
Probablemente
nunca estuvo aquí
aunque la mente
voluntariosa lo imagina
lo reclama, lo
implora,
clamando en el
remolino de la idea.
Pero nada vuelve.
Si es que algún
día existió.
Sin embargo, la
añoranza le acecha entre las sombras,
le sentencia cual
pez con ojos de dolor.
Le espera como un
ave, lenta tras la penumbra.
Pero no vuelve,
nada vuelve.
Estamos tan
pendientes de algo que no es real
y empeñamos la
voz, los sueños y las ansias.
Nos mentimos
mirando hacia el espejo
con gran aplomo e
inmenso furor.
Pero no vuelve.
Y no podemos
pensar lo que nos pasa.
No esperamos que
vuelva quien estuvo
sino lo que
soñamos que volvía.
Ese abrazo gentil
que un día inventamos.
Nada vuelve.
y si vuelve no
exijas, no reclames,
ponlo en un sitio
como un galardón
que cuando ya no
querías ostentar
te ha llegado en
un sobre,
sellado, mutable, incierto.
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