Julio Cortázar (Bélgica, 1914 – Paris 1984).
A los cuatro años es llevado por sus padres a
Buenos Aires, Argentina. Poeta, escritor y traductor. Entre el “surrealismo” y
el “realismo mágico” de excepcional originalidad. Su obra más conocida es su
novela: Rayuela, sobre la cual le escribe a un amigo (Francisco “Paco” Porrúa):
-El
libro (-Rayuela-) tiene un solo lector: Aurora (Aurora Bernárdez -su más fiel compañera-).
Su opinión del libro puedo quizá resumírtela si te digo que se echó a llorar
cuando llegó al final. Aurora y yo, encastillados en nuestro granero, nos
dedicamos al trabajo, a la lectura y a la audición de los cuartetos de Alban
Berg y Schoenberg, aprovechando la ventaja de que aquí ni hay nadie que nos
golpee el cielorraso-.
Haga como si estuviera en su casa
Una esperanza se hizo una casa y le puso una baldosa que decía: Bienvenidos
los que llegan a este hogar. Un fama se hizo una casa y no le puso mayormente
baldosas. Un cronopio se hizo una casa y siguiendo la costumbre puso en el
porche diversas baldosas que compró o hizo fabricar. Las baldosas estaban
colocadas de manera que se las pudiera leer en orden. La primera decía:
Bienvenidos los que llegan a este hogar. La segunda decía: La casa es chica,
pero el corazón es grande. La tercera decía: La presencia del huésped es suave
como el césped. La cuarta decía: Somos pobres de verdad, pero no de voluntad.
La quinta decía: Este cartel anula todos los anteriores. Rajá, perro.
Terapias
Un cronopio se recibe de médico y abre un consultorio en la calle Santiago
del Estero. En seguida viene un enfermo y le cuenta cómo hay cosas que le
duelen y cómo de noche no duerme y de día no come. -Compre un gran ramo de
rosas -dice el cronopio. El enfermo se retira sorprendido, pero compra el ramo
y se cura instantáneamente. Lleno de gratitud acude al cronopio, y además de
pagarle le obsequia, fino testimonio, un hermoso ramo de rosas. Apenas se ha
ido el cronopio cae enfermo, le duele por todos lados, de noche no duerme y de
día no come.
Lo particular y lo universal
Un cronopio iba a lavarse los dientes junto a su balcón, y poseído de una
grandísima alegría al ver el sol de la mañana y las hermosas nubes que corrían
por el cielo, apretó enormemente el tubo de pasta dentífrica y la pasta empezó
a salir en una larga cinta rosa. Después de cubrir su cepillo con una verdadera
montaña de pasta, el cronopio se encontró con que le sobraba todavía una
cantidad, entonces empezó a sacudir el tubo en la ventana y los pedazos de
pasta rosa caían por el balcón a la calle donde varios famas se habían reunido
a comentar las novedades municipales. Los pedazos de pasta rosa caían sobre los
sombreros de los famas, mientras arriba el cronopio cantaba y se frotaba los
dientes lleno de contento. Los famas se indignaron ante esta increíble
inconsciencia del cronopio, y decidieron nombrar una delegación para que lo
imprecara inmediatamente, con lo cual la delegación formada por tres famas
subió a la casa del cronopio y lo increpó, diciéndole así: -Cronopio, has
estropeado nuestros sombreros, por lo cual tendrás que pagar. Y después, con
mucha más fuerza: -¡¡Cronopio, no deberías derrochar así la pasta dentífrica!!
Pegue la estampilla en el ángulo superior derecho del sobre
Un fama y un cronopio son muy amigos y van juntos al correo a despachar
unas cartas a sus esposas que viajan por Noruega gracias a la diligencia de
Thos, Cook & Son. El fama pega sus estampillas con prolijidad, dándoles
golpecitos para que se fijen bien, pero el cronopio lanza un grito terrible
sobresaltando a los empleados, y con inmensa cólera declara que las imágenes de
los sellos son repugnantes de mal gusto y que jamás podrán obligarlo a
prostituir sus cartas de amor conyugal con semejantes tristezas. El fama se
siente muy incómodo porque ya ha pegado sus estampillas, pero como es muy amigo
del cronopio, quisiera solidarizarse y aventura que en efecto la vista de la
estampilla de veinte centavos es más bien vulgar y repetida, pero que la de un
peso tiene un color borra de vino sentador. Nada de esto calma al cronopio, que
agita su carta y apostrofa a los empleados que lo contemplan estupefactos.
Acude el jefe de correos, y apenas veinte segundos más tarde el cronopio está
en la calle, con la carta en la mano y una gran pesadumbre. El fama, que
furtivamente ha puesto la suya en el buzón, acude a consolarlo y le dice:
-Por
suerte nuestras esposas viajan juntas, y en mi carta anuncié que estabas bien,
de modo que tu señora se enterará por la mía.
Telegramas
Una esperanza cambió con su hermana los siguientes telegramas, de Ramos
Mejia a Viedma:
OLVIDASTE SEPIA CANARIO. ESTÚPIDA. INÉS.
ESTÚPIDA VOS. TENGO REPUESTO. EMMA.
Tres telegramas de cronopios:
INESPERADAMENTE EQUIVOCADO DE TREN EN LUGAR 7.12 TOMÉ 8.24 ESTOY EN SITIO
RARO.
HOMBRES SINIESTROS CUENTAN ESTAMPILLAS. LUGAR ALTAMENTE LÚGUBRE. NO CREO
APRUEBEN TELEGRAMA. PROBABLEMENTE CAERÉ ENFERMO.
TE DIJE QUE DEBÍA TRAER BOLSA AGUA CALIENTE. MUY DEPRIMIDO SIÉNTOME ESCALÓN
ESPERAR TREN VUELTA.
ARTURO.
NO. CUATRO PESOS SESENTA O NADA. SI TE LAS DEJAN A MENOS, COMPRÁ DOS PARES,
UNO LISO Y OTRO A RAYAS ENCONTRÉ TÍA ESTHER LLORANDO, TORTUGA ENFERMA. RAÍZ
VENENOSA, PARECE, O QUESO MALAS CONDICIONES.
TORTUGAS ANIMALES DELICADOS. ALGO TONTOS, NO DISTINGUEN. UNA LÁSTIMA.
Sus historias naturales
Flor y Cronopio
Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la
va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a
su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la
sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se
acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.
La flor piensa: "Es como una flor".
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