Dulce María Loynaz Muñoz (La
Habana, 1902 – 1997) Poeta y escritora cubana. Hija de Enrique Loynaz del
Castillo –poeta y General del Ejército
Libertador–Mambí. Su poesía destaca por su lirismo, pureza y
universalismo. En 1947 tras visitar Estados Unidos, Europa, Turquía, Siria y
Egipto, llega a Islas Canarias donde fue declarada “Hija adoptiva” . Por toda
su obra mereció el premio Cervantes en 1992.
Criatura de isla
Rodeada de mar por todas partes,
soy isla asida al tallo de los vientos…
Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
Puedo volar o hundirme…
Puedo, a veces, morder mi cola en signo de Infinito.
Soy tierra desgajándome… Hay momentos
en que él me ciega y me acobarda,
en que el agua es la muerte donde floto…
Pero abierta a mareas y a ciclones,
hinco en el mar raíz roto.
Crezco del mar y muero de él…
Me alzo ¡para volverme en
nudos desatados…!
¡Me come un mar batido por las alas
de arcángeles sin cielo, naufragados!
Está bien lo que está
Está bien lo que está:
Sé que todo está bien.
Sé el Nexo.
Y la Razón.
Y hasta el Designio.
Yo lo sé todo,
lo aprendí en un libro sin páginas,
sin letras y sin nombre …
Y no soy como el loco
que se quema los dedos trémulos
por separar la llama rosa de la mecha
negra …
Pasó volando y me rozó la frente…
Era buena la Vida:
Había rosas.
Unos minutos antes me había sonreído un
niño…
Pasó volando y me rozó la frente.
No sé por dónde vino
ni por dónde se perdió luego pálida y
ligera…
No recuerdo la fecha.
No sabría decir de qué color era ni de
qué forma;
no sabría, de veras, decir nada.
Pasó volando… –había
muchas rosas…–
y era buena la Vida todavía…
Agua escondida
Tú eres el agua oscura
que mana por dentro de la roca.
Tú eres el agua oscura y entrañable
que va corriendo bajo la tierra,
ignorada del sol,
de la sed de los que rastrean la tierra,
de los que ruedan por la tierra.
Tú eres agua virgen sin destino y sin
nombre
geográfico; tú eres la frescura intocada,
el trémulo secreto de frescura, el júbilo secreto
de esta frescura mía que tú eres, de esta agua
honda que tú has sido siempre,
sin alcanzar a ser más nada que eso;
agua negra, sin nombre…
¡Y apretada, apretada contra mí!
Cheché
(Muchacha que hace flores artificiales)
Dedico
estos veros
a la señorita Mercedes Sardañas,
heroína anónima. A ella devotamente
Cheché es delgada y ágil. Va entrada en el otoño.
Tiene los ojos mansos y la boca sin besos…
Yo la he reconocido en la paz de una tarde
como el Hada -ya mustia- de mi libro de cuentos.
Cheché es maravillosa y cordial;
vuela sin alas por calles y talleres.
En invierno hace brotar claveles y rosas y azucenas
con un poco de goma y unas varas de lienzo …
Esta Cheché hace flores artificiales.
Ella es la abastecedora de escuelas y conventos…
¡La primavera la hace florecer como a tierra virgen!…
Y la deshoja y la sacude en pétalos…
Ella tiene la altura de los lirios
pascuales en sus manos;
y tiene que pasar por sus dedos la mística corona
para la niña de Primera Comunión, enviada desde el cielo…
Cheché no llora nunca.
Ni necesita cantos en su trabajo largo, silencioso, ligero…
Es seria sin ser agria;
es útil sin ser tosca;
es tierna sin blanduras
y es buena sin saberlo…
Yo no sé de árbol fuerte más fuerte que su
alma…
Ni de violeta humilde comparable a su gesto.
Ni se de ojos de niño más puros que sus ojos,
ni de música grata aún más que su silencio…
Ella es la Primavera Menor,
la Segadora de prados irreales, de jardines inciertos…
¡Ella es como un rosal vivo!…Como un rosal:
¡Cuando ya hasta las flores su aroma van perdiendo,
yo he encontrado en las flores de Cheché la fragancia de
los antiguos mayos,
de los cerrados huertos!…
Más que un clavel me huele a clavel su inocente clavel de
trapo…
¡Y más que otras tierras
yo creo que serviría para sembrar una esperanza
la poca tierra humilde y noble de su pecho!…
Poema sin nombre
He de amoldarme a ti como el río a su cauce,
como el mar a su playa, como la espada a su vaina.
He de correr en ti,
he de cantar en ti,
he de guardarme en ti ya para siempre.
Fuera de ti ha de sobrarme el mundo
como le sobra al río el aire, al mar la
tierra,
a la espada la mesa del convite.
Dentro de ti no ha de faltarme
blandura de limo para mi corriente,
perfil de viento para mis olas,
ceñidura y reposo para mi acero.
Dentro de ti está todo;
fuera de ti no hay nada.
Todo lo que eres tú está en su puesto;
todo lo que no seas tú me ha de ser vano.
En ti quepo, estoy hecha a tu medida;
pero si fuera en mí donde algo falta, me crezco…
Si fuera en mí donde algo sobra, lo corto.
Quiéreme entera
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… o no me quieras!
Dulce María y Eliseo Diego...