Con un maso de paciencia en sus manos, y con el silente paso de los astros luminosos, tu ser atravesó nuestras vidas... En deuda hemos quedado, en gran medida con una deuda insalvable. Con una deuda que de alguna forma sabemos que no podremos saldar...
La señora del puente
Réquiem
(Para Juana F. L, por la grata pausa de la vida y la esperanza en la eternidad).
Hemos tensado el arco lo suficiente.
Son muchos los pasos, aun así el acero ha caído...
Entre la alegría y la angustia.
Entre la capilla y los ángeles en derredor.
Hoy nos abruma la impasibilidad de la luz.
Cuando hay mucho que decir,
y quedamos paralizados ante tanto silencio...
El filo del tiempo nos doblega
como el viento entre los trigos.
Oh, buen Señor.
No olvides hoy a tu sierva en su tránsito venturoso.
Risa pícara de niña junto al desvelo de media noche:
Sólo somos naves viajeras.
Nada se detiene ante nada.
Una vez más se ha servido la mesa,
y se ha cortado el pan
junto a un puñado de flores solitarias...
El camino nos incita a regresar a casa.
Cuando la realidad se nos revela
de la misma naturaleza de los sueños.
Hay suficiente luz acumulada.
Sin embargo no hay sol, ni luna en este nuevo cielo.
Por doquier, música de eternidad.
Oh, buen Señor.
No olvides nuestra oración por tu sierva querida.
(Alexis Rosendo Fernandez. Miami Florida, Marzo 16, 2019)
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