Ante un cuadro del emperador Ming
Qué austero el rostro del Emperador Ming!
Corrían otros tiempos…
Las bailarinas poseían
una ética profesional.
El campesino era altamente reverenciado
por los monjes taoístas.
El canto de los pájaros
silvestres
era marcadamente dulce y melodioso.
Los guerreros, benévolos;
sabios los ancianos.
Y hasta el propio Tao
se manifestaba plenamente
en la
placidez del búfalo de agua.
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